viernes, 15 de julio de 2016

NO DEFRAUDEN A SUS ELECTORES

   Es verdad que el PP ha ganado las elecciones el 26J, y que eso obliga a Rajoy a intentar formar gobierno, igual que le obligaba el resultado del 20D y sin embargo, en ese momento se escondió y eludió su responsabilidad para que fuese otro el que se quemara en el intento. También es verdad que casi ocho millones de españoles han amnistiado al PP y que por ello Mariano Rajoy se considera indultado y legitimado  para continuar gobernando, sin embargo hay tres cuestiones básicas que no se pueden olvidar tan fácilmente y que deslegitiman a Rajoy para continuar gobernando: la corrupción, sus mentiras y la ausencia de un verdadero apoyo electoral.
   No es ni política ni moralmente aceptable que unos millones de votos puedan exonerar al PP y a Mariano Rajoy de sus responsabilidades políticas y morales generadas  por la corrupción, pues el PP, como tal partido, está imputado por corrupción masiva, y además está considerado por la justicia como una organización delictiva. El PP es un partido corrupto, y Mariano Rajoy, su presidente, es responsable directo de esa corrupción, y que en cualquier país europeo tendría que haber dimitido por corrupto y por amparar corruptos dentro de su partido. Es inaceptable el estado de opinión que se ha generado y que se está consolidando en los medios de comunicación de que es inevitable que Rajoy siga gobernando, y que tiene que ser el PSOE el que asuma la responsabilidad de rehabilitar a Rajoy y a sus corruptos para que sigan gobernando impunemente. Eso  sería, simplemente, legitimar la corrupción que Rajoy y su partido han estado practicando durante sus cuatro años de gobierno. Dicho estado de opinión expresa la degradación moral de los que lo están generando y la de los que aceptan semejante  situación. España necesita una regeneración moral y el PP y Rajoy no la van a garantizar.
   El PP es el partido de las mentiras y Rajoy su vocero. Siempre mintió a los españoles. Primero les hizo creer que la crisis, consecuencia del fracaso del modelo económico neoliberal impuesto por Aznar, la había generado Zapatero. Prometieron que sacarían a España de la crisis de forma rápida y eficaz. Ellos tenían la solución, “dejen que se hunda España que ya la levantaremos nosotros”. Su gobierno ha sido el gobierno de la mentira. Han vendido humo, se apoyaron en la herencia recibida y han aprovechado la excusa de la crisis para imponer sus principios neoliberales y terminar con el Estado del Bienestar, y, mientras aplicaban sus políticas  de recortes en todos los ámbitos de los servicios públicos, ellos se aprovechaban de las Instituciones del Estado para saquear las arcas públicas en su propio beneficio. Nos dicen que nos salvaron del rescate, pero estamos pagando entre todos el rescate de las Cajas de Ahorros que ellos gestionaban. Nos dicen que gracias al sacrificio de todos ha mejorado la economía, pero han ahondado las desigualdades económicas, han aumentado la deuda y no han reducido el déficit. Han mentido a Europa y nos dejan a las puertas de una sanción por no haber cumplido sus compromisos europeos. Han despilfarrado los 68.815 millones del fondo de reserva de la Seguridad Social, y nos dejan al borde de la quiebra del sistema de pensiones. Esta es la verdadera herencia de los cuatro años  del gobierno del PP  que pretende continuar gobernando durante otros cuatro años.
   Tampoco es verdad que el PP cuente con el apoyo y la confianza de la mayoría de los españoles. España tiene un censo electoral de 36.518.100 electores, de los que votaron el 69’84% con el siguiente resultado: PP. 7.906.185, 21’64% del censo electoral. Sumados los 5.424.709 del PSOE más 5.049.734 de Unidos Podemos, los 3.125.769 de Ciudadanos y el 1.659.473 de los grupos nacionalista tenemos un total  15.257.585, 41’78% del censo electora, lo que supone casi el doble que el PP. Si además sumamos los 13.354.370, 36’46% del censo electoral, que se abstuvieron, nos encontramos con lo siguiente: 28.611.955 de españoles, 78’13% del censo electoral, han dicho no directa o indirectamente al PP. Esta es la foto fija y real de lo que han dicho los españoles el 26J y de la que se deben extraer las conclusiones  de lo que los electores han querido transmitir a los políticos. Sin embargo, Rajoy,  con el apoyo de los medios de comunicación, preclaros tertulianos y eminentes cabezas pensante están generando el estado de opinión de que el PP ha ganado las elecciones y de que los demás partidos, sobre todo el PSOE, están obligados a facilitarle la formación de gobierno. No deja de ser un sofisma y una falacia querer transmitir a la sociedad que el único que tiene la legitimidad democrática para formar gobierno es Rajoy. Es verdad que el PP ha ganado las elecciones con una mayoría minoritaria, y que eso le obliga, como le obligaba a partir del 20D, a intentar formar gobierno, pero no significa, de ninguna manera, que las demás fuerzas políticas tengan la obligación de facilitarle ese objetivo. No es eso lo que se desprende de la foto fija que refleja el resultado electoral del 26J. Además, ese apoyo redimiría al PP y le eximiría de sus responsabilidades por la corrupción y de las consecuencias económicas y sociales que sus políticas de recortes han tenido para los ciudadanos. Rajoy está obligado a intentar conseguir el apoyo parlamentario para gobernar, y no tirar balones fuera como hizo en diciembre, y hacer responsables a los demás de su incapacidad para conseguir los apoyos necesarios.
   Los ciudadanos no han votado mayoritariamente un gobierno del PP, y afirmar eso es una de las muchas falacias de Rajoy. Los ciudadanos, con su voto  mayoritario a las fuerzas políticas que preconizaban el cambio para desalojar  al PP del gobierno, han votado que quieren ese cambio, aunque no han dejado claro cuál de esas fuerzas políticas debe gestionarlo. Está claro que tanto el 20D como el 26J los ciudadanos han votado mayoritariamente por el cambio, y aunque los dirigentes de las fuerzas del cambio no han estado, ni parecen estar a la altura de las circunstancias, les corresponde a ellos ponerse de acuerdo para hacer posible el cambio que están exigiéndoles los ciudadanos. ¿Qué creen los líderes de las fuerzas que preconizaban el cambio. ¿Que pensarán de ellos los ciudadanos españoles si, por cuestiones personales o motivos partidistas, permiten que el PP continúe gobernando durante otros cuatro años sin que pague ningún precio ni por la corrupción ni los recortes que tanto mal está causando a tantas familias españolas? Está claro que los españoles, con su voto, no han querido que ningún partido pueda formar gobierno por sí mismo, y han dejado claro a todos los líderes políticos que no se fían de ninguno y por eso les exigen que pacten y se pongan de acuerdo entre ellos para conseguir un gobierno de renovación que termine con las políticas del PP.
   No se puede olvidar que las encuestas, de forma permanente, han repetido hasta la saciedad que los principales problemas de los ciudadanos son la política y los políticos, el paro y la corrupción. Sin embargo parece que los políticos no han entendido nada del mensaje que los ciudadanos les  han enviado, primero el 20D y después el 26J. Es evidente que carecemos                                                                                                de políticos con talla política e intelectual para afrontar con valentía y decisión los problemas que preocupan y afectan cada día a los ciudadanos. No tenemos políticos con altura de miras,  han banalizado la política, no hay discurso político, se hace política demoscópica y se cambia el guión según lo aconsejen las circunstancias. Hay  demasiado histrionismo y demasiado teatro, lo hicieron  sobreactuando tras el 20D y lo están repitiendo con la práctica desaparición de escena después del 26J.
   Después del 20D, tras la espantada de Rajoy, Pedro Sánchez dio un paso al frente para desbloquear  la situación e intentar una negociación transversal para alcanzar un pacto a tres que permitiera la formación de un gobierno de consenso centrado, por encima de cuestiones personales y partidistas, en solucionar los problemas que preocupan a los ciudadanos: el paro, la corrupción, la despolitización de las Instituciones del Estado y la regeneración de la vida pública, pero se encontró con cuatro muros infranqueables: las líneas rojas que le impusieron desde su propio partido que le ataba de pies y manos, el inmovilismo de Rajoy empeñado en provocar la repetición de las elecciones, los vetos mutuos de Ciudadanos y Podemos que se negaron a sentarse a negociar a tres bandas un acuerdo de investidura que permitiera configurar un gobierno de progreso, que eran lo que habían prometido a los ciudadanos y lo que estos esperaban y deseaban que hicieran. Y por último la actitud negativa de los medios de comunicación y sus tertulianos que en sus análisis priorizaban lo negativo, y en vez de resaltar lo que podía haber de positivo en el intento de Pedro Sánchez de negociar a tres bandas para alcanzar un pacto entre las tres fuerzas, que dieron en llamarse las fuerzas del cambio y del progreso, pusieron los focos en lo negativo, y en vez de potenciar lo que podía unirlos en pro del bien común se centraron  en subrayar lo que los separaba, olvidando que en toda negociación hay que buscar lo que puede unir y no potenciar de forma sistemática lo que separa, y sobre todo que requiere capacidad de diálogo, altura de miras, generosidad, inteligencia, capacidad intelectual y predisposición para anteponer los intereses y el bienestar de los ciudadanos a los intereses de los líderes políticos o de sus propios partidos.
   Algo parecido está ocurriendo tras el 26J, con la diferencia de que el PP, al haber salido reforzado, se considera amnistiado y libre de culpas por la corrupción y de los males que con sus políticas de recortes ha causado a los españoles, y da la impresión de que se ha generado en el imaginario colectivo la opinión de que ese menguado triunfo electoral libera de culpas al PP y  legitima a Rajoy para que continúe gobernando durante otro cuatro años. Es verdad que, al ser el PP el partido más votado, Rajoy tiene la responsabilidad, la obligación y el  deber de conseguir los apoyos necesarios para poder formar gobierno, pero no tiene ningún derecho a pretender  que otros grupos políticos lo apoyen y asuman la responsabilidad de que él consiga su objetivo sin que antes Rajoy y el PP se hayan regenerado. Rajoy tiene la obligación  de intentarlo, pero los demás deben considerar que es una inmoralidad apoyarlo. No estamos ante una normalidad democrática, sino ante una anomalía moral, y una sociedad que asume como normal o como mal menor la inmoralidad política es una sociedad moralmente enferma. Rajoy no tiene ninguna legitimidad moral ni política para continuar presidiendo el Gobierno de España. Los ciudadanos no entenderían de ninguna manera que el partido al que ellos han votado utilice sus votos para que Rajoy continúe gobernado impunemente.
   Lo que los ciudadanos han dejado claro a los responsables políticos que pudieron generar un cambio tras el 20D y que pueden hacerlo ahora, si tienen voluntad para ello, tras el 26J, es que no pueden permitir por acción u omisión que continúe gobernando Mariano Rajoy. Los partidos que decían que habían llegado para cambiar la política española tienen la obligación de dejar de mirarse el ombligo, de hacer análisis esperpénticos para justificar el fracaso de sus expectativas de éxito y de prometer que están dispuestos a dejarse la piel trabajando por el bien de los ciudadanos. Estos no entenderían que sigan con su palabrería y sus promesas de cambio mientras ahora se retiran a los cuarteles de invierno para esperar alcanzar sus objetivos de triunfo dentro de cuatro años. Los ciudadanos no pueden esperar, la solución de sus problemas no admiten demoras ni entienden de intereses personales  o partidistas, necesitan soluciones ya.

   Lo que los españoles esperan de sus políticos es que utilicen su inteligencia para trabajar por lo que tanto han prometido: desalojar a Rajoy de La Moncloa,  regenerar la vida pública,  y mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos con trabajos y sueldos dignos. Esperan que los tres partidos que suman una mayoría suficiente para promover un auténtico gobierno de cambio, 188 escaños, Ciudadanos, Unidos Podemos y el  Partido Socialista se pongan a trabajar ya, que se sienten en una mesa a tres, que dejen de ponerse líneas rojas y de negarse a hablar unos con otros, que sean conscientes de que son depositarios de la voluntad popular, no sus dueños, que tienen que ponerse de acuerdo para dar respuesta a los intereses contradictorios y contrapuestos de todos los que integran esa voluntad popular. Tienen que integrar intereses contrapuestos, para lo cual necesitan más talante democrático y demostrar que de verdad les preocupa el bienestar de los ciudadanos. Tienen que ponerse de acuerdo sobre qué modelo de país y qué proyecto quieren para España, y una vez que hayan sido capaces de negociar un pacto de gobierno, eso es lo que esperan de ellos los españoles, que vean quién o quiénes es la persona o las personas más indicadas para llevar a cabo ese proyecto. Esa es la auténtica responsabilidad democrática que les exigen y esperan de ellos los españoles. Elaboren los planos del edificio, pongan primero los cimientos, constrúyanlo, amuéblenlo y después decidan quién o quiénes deben habitarlo.  Dejen que Rajoy intente formar Gobierno, pero, si no lo consigue, estén preparados para ofrecer una alternativa. Para cuando eso ocurra tengan preparado un proyecto de País. Es un 78’22% del censo electoral y 28.611.955 de españoles los que han dicho no a Mariano Rajoy y al PP, escuchen su mensaje y no dejen que por intereses personales y partidistas su frustración aumente. No esperen cuatro años para ver si entonces las urnas les son más favorables. Eso significaría falta de honradez política y vileza moral que los ciudadanos no les perdonarían. Los españoles necesitan y se merecen que Rajoy abandone la Moncloa ya, y esperan que estén ustedes a la altura de sus necesidades.

Elías Pérez Fernández

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